
El 30 de mayo, la Seccional Palmira de la Universidad Santiago de Cali vivió uno de los días más memorables de su historia reciente. El auditorio se llenó de emoción, de sonrisas que brotaban desde el alma, de abrazos largos y miradas cómplices entre compañeros, familias y docentes. Era el momento esperado, el cierre de un capítulo lleno de esfuerzo, constancia y sueños por alcanzar.
Las facultades de Ciencias Económicas y Empresariales, Derecho, Salud y Técnicos Laborales fueron las protagonistas de esta jornada que quedará grabada para siempre en la memoria de quienes se graduaron, pero también en la de sus seres queridos. Porque este no fue solo un acto académico; fue una celebración de vida, de lucha, de esperanza y, sobre todo, de transformación.
El acto contó con la presencia del Presidente del Consejo Superior, la Vicerrectora Académica Dra. Claudia Zúñiga Cañón, la Secretaria General Dra. Leydi Johanna Riascos Mejía, el Director de la Seccional Palmira, y las decanas de las facultades de Derecho y de Ciencias Económicas y Empresariales. En sus palabras, las directivas destacaron los logros institucionales y los avances en buen gobierno que la universidad ha venido construyendo con compromiso y visión. También resaltaron la inversión que se ha hecho para seguir ofreciendo una educación de calidad que transforma vidas y territorios.
Pero sin duda, el mensaje más sentido fue para los protagonistas del día: los nuevos egresados. Reconocieron el esfuerzo inmenso de llegar hasta allí, no solo de cada estudiante, sino de sus familias, ese pilar silencioso pero constante que sostuvo cada paso, cada desvelo y cada triunfo. “Las puertas de la universidad siempre estarán abiertas para ustedes”, fue la frase que quedó resonando con fuerza entre los aplausos y los corazones agradecidos.
Uno a uno, los estudiantes subieron al escenario a recibir su diploma, entre ovaciones, gritos de orgullo y lágrimas de emoción. Luego, se entregaron las medallas de honor a quienes, con esfuerzo y disciplina, lograron destacarse de forma excepcional. Fue un momento de inspiración para todos los presentes, un recordatorio de que la excelencia también se forja con pasión y entrega.
Y como cierre de una jornada inolvidable, la música se tomó el lugar. La orquesta subió al escenario, y el ambiente solemne se transformó en fiesta: todos cantaban, bailaban, brindaban con el diploma en la mano y el corazón en lo más alto. Porque si algo sabe hacer la familia santiaguina, es celebrar en grande cada logro.
A quienes aún recorren los pasillos de nuestra universidad, sigan caminando con convicción: su momento llegará. Y a quienes ya parten como egresados, que cada paso que den los acerque a una vida plena, con propósito y con el orgullo de ser santiaguinos.