Lavoe Sinfónico: una noche donde la música se volvió memoria 

Bajo un cielo que parecía contener la misma emoción del público, la Arena USC Carlos Andrés Pérez Galindo se transformó la noche del sábado 18 de octubre en un santuario de memoria, púrpura y acordes. Allí vibraron los corazones latinoamericanos al compás de Lavoe Sinfónico “La Experiencia”, un espectáculo que homenajeó al legendario Héctor Lavoe y lo hizo renacer con la fuerza de una orquesta y el susurro intacto de su legado. 

Desde el instante en que los músicos de la Orquesta Filarmónica de Cali ocuparon el escenario, acompañados por el Coro Juvenil de la Escuela de Música Desepaz, se sintió el aire cargado de anticipación. Joseph Amado, cuya voz ha sido descrita como un puente entre el pasado y el presente, emergió vestido de luz y solemnidad, dispuesto a guiar al público por un trayecto sonoro que cruzó generaciones. “Mi voz es solo un puente”, había dicho en días previos, y esa noche cumplió su promesa: fungió como canal para que el alma de Lavoe volviera a resonar, con respeto, belleza y verdad. Muchos asistentes confesarían luego que no hubo un solo instante en que la emoción no rozara sus lágrimas. 

La puesta en escena osciló entre lo íntimo y lo grandioso. Más de 80 músicos en escena —cuerdas, vientos, metales, percusión— llevaron los arreglos clásicos del repertorio salsero por senderos sinfónicos inspirados en creadores como José Febles y Marty Sheller. Las clásicas transiciones fueron rematadas por coros, imágenes proyectadas y silencios cargados de significado, como si cada canción fuera parte de un relato visual, una crónica del tiempo. Temas como “El cantante”, “Periódico de ayer” y “Mi gente” adoptaron una nueva piel, conservando esa cadencia irresistible y dotándose, al mismo tiempo, de matices potentes, dramáticos. En más de una ocasión, el público respondió con fervor: aplausos arrolladores, ovaciones que no parecían querer terminar, lágrimas y miradas de complicidad entre desconocidos unidos por el mismo pulso musical. 

El montaje de Lavoe Sinfónico ya había recorrido ciudades como Caracas, Ciudad de México y Bogotá, donde dejó huellas de asombro y reconocimiento público. En Cali, no fue la excepción. “Este tributo con alma es un homenaje con clave de orquesta al hombre, al mito y a la grandeza que marcó su legado”, dijo en su momento, y en el escenario lo refrendó con una entrega total. La conexión se sentía en cada rincón de la Arena USC: jóvenes que habrían nacido décadas después de Lavoe, mezclados con escuchas que lo vivieron en su plenitud, todos conmovidos por la música que resiste el paso del tiempo. 

La Arena USC Carlos Andrés Pérez Galindo, con su imponente acústica y su atmósfera vibrante, se consolidó como el escenario perfecto para un espectáculo de esta magnitud, reafirmando su lugar como uno de los recintos culturales más modernos y versátiles del país. Quienes asistieron hablaron luego de “volver a soñar”, de sentir ese latido que solo la gran música puede provocar, de reconocer que la memoria también debe vestirse de concierto, de esplendor. 

El silencio solemne que precedió el último bis fue en sí mismo un homenaje: un pacto tácito entre el artista y el público, un cierre cargado de emoción. Al final, Amado y los músicos bajaron la cortina con una reverencia y un aplauso que parecía no querer cesar. 

Elaboró, 
Laura Rodríguez, Unidad de Comunicación. 

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