
El 6 de agosto de 2025, Cali se estremeció. No fue un temblor, fue Rata Blanca haciendo vibrar cada rincón de la Arena USC con un concierto que quedará tatuado en la memoria de más de 2.000 almas que dijeron presente. La legendaria banda argentina llegó con su tour mundial por los 35 años de “Magos, Espadas y Rosas”, el álbum que redefinió el heavy metal en español y que sigue siendo un conjuro eterno para quienes viven y respiran rock.
Desde el primer riff, el público entendió que la noche no sería un simple recital, sino un viaje directo al corazón de la épica. “Saben que los queremos mucho. Para nosotros, Colombia es nuestra segunda casa… gracias por lo que hicieron esta noche junto a nosotros”, dijo un emocionado Adrián Barilari, voz principal, mientras las luces y los coros incendiaban el aire.
La vigésimo primera gira de Rata Blanca trasciende lo puramente musical: es una travesía emocional que ha cruzado continentes, con paradas memorables en Sudamérica y Europa—incluyendo nueve conciertos seguidos con entradas agotadas en España— y un setlist que mezcla nostalgia, poder y virtuosismo. Incluso con Walter Giardino tocando sentado por una lesión, la guitarra líder no perdió un gramo de furia ni magia. A su lado, Juan Pablo Massanisso en el bajo y Alan Fritzler en la batería aportaron precisión y fuerza, sellando una noche de entrega total.
La Arena USC fue el escenario perfecto para su regreso a Cali: un espacio con acústica impecable, distribución estratégica y un ambiente que potencia cada acorde. Su infraestructura de primer nivel permitió que cada nota llegara nítida y poderosa a todos los rincones, creando la atmósfera ideal para una noche de rock sin concesiones.
En Cali, la Arena USC se convirtió en un templo donde resonaron La leyenda del hada y el mago, Mujer amante, Guerrero del arco iris, El camino del sol y muchos otros himnos. La ciudad respondió con energía pura, coreando cada verso y levantando los puños como una sola voz.

Rata Blanca también rindió homenaje a leyendas como Motörhead y recordó que el rock trasciende las etiquetas musicales; es un grito de resistencia, un lazo que une generaciones y culturas. En cada acorde, se sintió que esta no era otra fecha más del tour: era un reencuentro con una Colombia que los abraza como propios.

Y es que cada canción, cada solo y cada explosión de aplausos se sintió como un pacto entre banda y público: un recordatorio de que, aunque el tiempo pase y las modas cambien, el rock verdadero nunca muere. Lo que se vivió esa noche en la Arena USC fue más que música… fue historia, fue hermandad y fue un rugido colectivo que todavía resuena en las calles de Cali.
La noche terminó, pero el eco de la guitarra de Giardino y la voz de Barilari seguirá sonando en la memoria de quienes estuvieron allí. Porque el 6 de agosto, en la Arena USC, el rock no solo se escuchó… se vivió.
Elaboró,
Laura Rodríguez, Unidad de Comunicación.